Nunca pude encontrar en otro lado, en otros brazos o en otras manos lo que sentía cuando él
me abrazaba o me rozaba.
Solo le pedí que me abrace aún más fuerte y que entendiera que con ese abrazo podía morir tranquila, segura, feliz.
Y quizás decir lo que era para mí, era quedar como al descubierto, pero nada era comparado con estar entre sus brazos.
Le expliqué que era mi refugio, que podía venir una tormenta, pero nada me iba a tirar abajo, yo me quedaría, solo porque él estaría conmigo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario