lunes, 21 de mayo de 2018

Y deberás amar, amar, amar hasta morir...


A los golpes, como siempre, uno aprende.

Cuando alguien se va así, tan rápido, sin mucha explicación, uno insiste sin parar en lo injusta que es la vida. Nos cegamos en cuánto le faltó hacer, en cuántas cosas nos faltaron compartir; cuántos consejos nos faltaron escuchar, cuantas carcajadas intercambiar; pero nos olvidamos todo lo que nos deja, todo lo que hizo, cómo…
Así que ahí fuí, en eso me quedé, 

En estos días aprendí la importancia de amar. Pero no digo de amar así a la pasada… Amar de verdad, con el alma, con el cuerpo entero, con cada parte de nosotros. Amar hasta vaciarse. Porque al fin y al cabo lo único que podemos dejar es eso. Amor. Es cuánto dejamos en los que quisimos. Cuánto nos dejan los que se van.

Así que amen, amen hasta vaciarse de amor en cada abrazo, en cada beso, en cada caricia. Amen a sus amigos en las miradas, en los consejos que les dan – esos que salen del corazón y sin pedir permiso, porque sabes que el otro lo necesita –. Vaciensé en cada risa y rían siempre a carcajadas hasta que les duela la panza y las lágrimas les mojen los cachetes.

Regalen sonrisas y abrazos, no se guarden nada. Una sonrisa a tiempo puede salvarle el día a alguien.
Digan gracias siempre que puedan y lo sientan; hacerle sentir al otro lo importante que es para nosotros no se compara con nada.

Por sobre todas las cosas, no se guarden nada de lo que sientan. Ser libre, es también, poder decir lo que sentimos sin miedo a que nos juzguen y sin que ningún otro sentimiento nos invada. Que el orgullo o la “”dignidad”” no nos frenen nunca porque hoy, ahora, estamos… pero en un segundo todo cambia y las palabras que no dijimos a tiempo ahí se van para siempre y se quedan con nosotros; los abrazos que no dimos se transforman en angustia, las gracias que se nos pasaron por no creerlas necesarias serán culpa...

Así que no sean egoístas, no se mezquinen, ni mezquinen nada, que después nos arrepentimos. Tu tiempo es hoy, dijo Spinetta. Siempre es hoy, retrucó Gustavo. 

"...Y deberás amar, amar, 
amar hasta morir 
y deberás crecer
sabiendo reír y llorar.

La lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
de tí saldrá la luz
tan sólo así serás feliz" completa el flaco, tan certero, tan sabio... 

Corran a amar y amen hasta vaciarse de amor, para que se renueve con más fuerza. No se guarden nada, que es lo mejor que podemos dejar en todos los que quisimos, para que cuando el mundo se nos venga abajo, al menos nos quede la tranquilidad de saber que les dimos todo y lo mejor de nosotros – SIEMPRE - .

domingo, 18 de marzo de 2018

Te obedecí hasta donde pude, mi genio amor


Al fin te solté. ¡Qué alivio!!! 

Ya nada me pasa, ni me pesa. Ya no me pesás vos.

Es que me costó… mucho; perdí casi tanto como lo que gané; lloré demasiado.
Me caí, me desmoroné y me rompí más de lo que estaba, creyendo que eras vos el que iba a juntarme los pedazos. Pero no. Si vos estabas más roto que yo…

¿Un roto para un descocido? Esta vez no. Porque los rotos y los descocidos se dan cuenta de su desgracia y en algún momento aceptan que quieren y necesitan arreglarse. Vos seguís roto y cegado. Yo ya no podía con eso ni contra tu egoísmo vil que tantas veces confundí con amor.

Me fui cargando de vos; tu peso me despedazó.

Cuando ya no quedaba nada más de mí, mientras mi alma confundida, enroscada y terca te pedía a los gritos que me rehicieras, desapareciste. Te apagaste. Otra vez.

Pero apareció alguien con tanta paz y tanto amor que me inundó de paz a mí también.
Me dio toda la serenidad que necesitaba para entender que sólo yo podía reconstruirme. Bien o mal, pero tenía que ser yo misma quien lo hiciera.
Me acompañó hasta donde pudo, me transformó y se fue. Dolió como la puta madre, sí, pero le agradecí.

Ahora soy más fuerte, entendí que no tengo que depender de nadie más y que vos no eras ningún salvador y mucho menos tenías la intención de serlo.

Agarré todos mis pedazos, les puse la gotita y los acomodé en su lugar. Son cicatrices lindas, te juro, de aprendizaje. Arrepentirse de errores que te hicieron crecer es para flojitos, ¿viste?

Y ahí fue donde descubrí que ya no quedaba ningún hueco para vos, más que un “nosotros” muy lejano que pegué en algún lado y que, por suerte, no me acuerdo dónde.

Entendí que te solté cuando mi alma respiró libre y sin carga ni culpa alguna, cuando saqué todo lo que tenía adentro y te lo escupí en la cara; cuando te dije cuán mierda me hiciste e inescrupuloso y perplejo me miraste como no entendiendo, si vos no hacías daño a nadie… Tu egoísmo te gobierna tanto que no deja siquiera razonar cuando te tiran la verdad en la cara. Y lo siento por vos y tu alma en pena, pero yo ya soy libre y voy bien liviana por la vida. Y no sabés qué bien se siente!!!

Hasta siempre, mi genio amor.