viernes, 18 de noviembre de 2011

Dejar ir, soltar, desprenderse...

   Quizá vaya siendo hora de abandonar, de abrir una nueva etapa y olvidar la que queda atrás. Empezar forzando el primer paso, ese "borrón y cuenta nueva" del que todo el mundo me habla como si ellos cada día del año eligieran empezar una nueva vida como si fuera algo normal.
    Quizá sea el momento...
    Debemos saber cuándo se acaba una etapa en la vida. Al insistir en permanecer en ella, mas allá del tiempo necesario, he perdido el sentido...
    Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos como quiera que se llame, lo importante es poder cerrarlos; dejar ir los momentos de la vida.
    No puedo continuar preguntándome por qué. Lo que sucedió, sucedió. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros o simplemente el destino no quiere siga vinculandose con nosotros...
    Dejar ir, soltar, desprenderse...
    ¿Posibilidades de regresar? ¿A qué? Necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¿Para qué? Si no vuelve. No, no vuelve, pero no por orgullo, sino porque ya no encaja aquí, en este lugar. Porque su destino no era estar toda la vida en esta ciudad, porque su camino era ir mas allá de este pueblo.
    No soy la misma que cuando él se fue, tuve que acostumbrarme a su ausencia, a no escuchar su voz. No soy la misma porque él me cambio, él me hacía distinta.
   Pero ahora que nuestros caminos se separan cada día más, tengo que dejar ir su recuerdo, soltarlo y desprenderme para siempre.

martes, 8 de noviembre de 2011


En el camino aprendí que llegar alto no es crecer, que mirar no siempre es ver, ni que escuchar es oír. Lamentar no es sentir ni acostumbrarse es querer. En el camino aprendí que andar solo no es soledad, que cobardía no es paz, ni ser feliz ,sonreír. Y que peor que mentir es silenciar la verdad.
Que puede un sueño de amor abrirse como una flor y como esa flor morir, pero en su breve existir es todo aroma y color. También aprendí que la humildad no es sumisión, la humildad es ese don que se puede confundir: no es lo mismo ser servil que ser un buen servidor.